Ella tan solo era un chica de 15 años, no había terminado aun de convertirse en señorita cuando le robe su esencia con besos y mentiras, pobre incrédulo pensaba que ella no lo notaria y ahora era yo quien me retorcía pensando en cuanto pudo haber reído tras de mi, viéndome caer como un vagabundo que pedía y rogaba solo un poco de su amor y su ternura, así que obviando el detalle de que fui el primero en amarla y en burlarla, solo sé, que también fui el primero en odiarla y ante mi mente ciega y dolorida solo eso quedaba ah y un poco de misericordia, claro, para mi, el único perdedor en una batalla que inicie así mismo, perdiendo.
Todo empezó cuando empece a soñar demasiado con ella, ella y su figura, no la mas perfecta pero si la del exquisito aroma a frutas y miel,