martes, 3 de mayo de 2011

LA BARCA

Estaba yo sentada en la barca, esa Barca con la que a veces sueño y no me lo creo al final,
recorría el mar, y sentía las olas desplegar su furia contra la madera que me protegía de la soledad, del abismo a la tristeza y de mi misma. De pronto salia ella, sonriente como siempre y me tomaba la mano, me invitaba a seguirla tras su risa malvada, No quería seguirla pero a lo lejos vi lo que me rodeaba, así que la seguí silenciosa, no había nada que me atara; Todo tras de mi, era la nada.

Nos sumergimos en el agua helada, presiento que llovía y no lo notaba, quizás estuvimos nadando hacia el fondo del mar y el centro de la tierra por horas, me pregunto como, no sé nadar, y le temo al agua. El caso es que aunque nadaba sentía la brisa, rosaba mis labios, penetraba mi cuerpo, me rozaba y me arrullaba con sus sonidos, meneaba mis caderas al vaivén de las olas y me llenaba de plenitud. Nunca dijo a donde íbamos, pero creí tanto en su voz, que si estábamos en el mismo infierno sabia en mi alma, me mantendría a salvo; no me atreví a preguntar su nombre porque fue innecesario, su atuendo me repetía: soy la muerte y he venido a llevarte.

Después de andar bajo su lomo, agarrada de sus manos, sentí el calor alborotarse tras mis piernas, a pesar del fuego que sabia que ardía en medio de nosotros, todo era mas oscuro, pero mas pleno, todo a mi alrededor ardía, la furia del agua insaciable e implacable no lograba acabar con aquel fuego que cada vez se hacia mas intenso, que se volvía cada vez mas insoportable, pero que me hacia perder la cabeza y me llenaba de furia el alma. De un momento a otro sentí, su mano arder junto a la mía, arrancarme despiadadamente el alma, el corazón y la consciencia al piso le vi pisotearla. Perdí los estribos entonces, ya no tenia nada que perder, toda moral se había ido, todo síntoma mortal de vida, de moral y ética, lo había perdido. Ante mi estaba la fuerza y el tiempo reprochándome el silencio durante tanto tiempo, y ya no pude callar, tome el puñal que había en mi mano, ese que siempre tuve en mi mente y corte mis muñecas, las deje correr tras el fuego que se encendía y devoraba la Calma...

Y allí tendida en el piso de la barca de mis sueños, volví a seguirte, abrí los ojos para entender, pero no pude, solo al escuchar tu gemido, lo entendí: el placer estaba completo. Mi cuerpo sangraba, el sudor, se apoderaba de la poca cordura que me quedaba. Para volver a vivir, para volver a creer, mas que un sueño, ahí todo empezaba, me tragaba tu cuerpo,y tan solo basto ver tu sonrisa calurosa y placentera una vez mas, junto a la mía desembocando en el mar de mis silencios para ver que una vez mas, tu alegría le daba vida a mi vida de a pocos.



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